Marcos Villasmil
Esa noche inolvidable, mientras el mundo celebraba con asombro, alivio y esperanza la liberación de Ingrid Betancourt, los tres rehenes norteamericanos y los soldados y policías colombianos, Silva, sin perder ni siquiera por un minuto los reflejos de verdugo, tildó -varias veces- a Ingrid Betancourt de “mezquina”. Debe haber sido el único personaje mediático que en vez de unirse al júbilo general, decidió permanecer encerrado en las mazmorras de su odio. (Claro, junto con sus panas que en este momento están destilando veneno a chorros en las gloriosas páginas de aporrea.org. -que si todo fue un montaje, que si la liberación implicó una masacre de héroes de la guerrilla revolucionaria y patriótica, etc.)
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