¿Cuál será la gota?

Un día de estos, los venezolanos amaneceremos con que han sido puestos en venta la Gran Sabana, con tepuyes y salto Ángel incluidos; el lago de Maracaibo con su puente, su relámpago y sus cabrias; Mochima con sus toninas y su azul profundo y el Ávila con su neblina y su cruz navideña a cuesta.

 

· Aunque pensemos en contrario, en Venezuela, donde tiene asiento la más grande pluralidad del orbe —entiéndase individualismo— la reacción ante semejante noticia estaría lejos de la unanimidad:
· Unos, prisioneros de la necesidad, pensarán en lo que les corresponderí a como resultado de la venta de esos patrimonios de la nación; por lo cual, con resignación o indiferencia les darían la bienvenida a tal proposición.

 


· Otros, de esos a quienes resulta difícil notarles las alas, pensarán de inmediato en hacer contacto con los posibles compradores para pactar algunos negocios que les mantendrían integrados con las fuerzas del desarrollo nacional; siempre en nombre de garantizar el pan para sus muchachos y el de los descendientes de estos.

 

· Algunos pocos, pero no menos importantes, estarán pendientes de los mecanismos de financiamiento de la transacción propuesta y de la manera como se vincularían a ellos, siempre buscando mejorar el margen de intermediació n, principio y fin de su existencia.

 

· No faltarán los “filósofos” que se estrujarían los sesos pensando si lo que más le conviene al país sería una venta por partes o en bloque, procurando con ello que el país entero desvanezca también los suyos para descifrar el dilema.

 

· En tal sentido, muchos de estos “filósofos” promoverían la participación en un referéndum que, aunque profundice la división entre los venezolanos ante la ignominia, le permitiría a cada grupo de “filósofos” determinar el tamaño de su porción de influencia.

 

· Las consideraciones al manejo del sistema electoral a utilizar serían de escasa importancia. Al final, para algunos “filósofos” lo importante no sería ganar ni defender la victoria sino competir.

 

· Sobrarán quienes, dueños de profundos conocimientos, entrarían en la controversia de la constitucionalidad o inconstitucionalida d de la propuesta.

 

· Por su parte, los medios de comunicación se nutrirían por semanas de tal acontecimiento y entrevistarían a los voceros más calificados de cada uno de los grupos descritos, bajo el patrocinio de cuantas empresas de telefonía, agencias de viajes, bancos, medicamentos y centros de embellecimiento existan en el país.

 

· Al final, habría ganancia para todos.

· Con seguridad, lo que sí resultaría difícil de encontrar es quien sienta dolor, se conmueva ante semejante afrenta y haga valer su indignación ante los grupos “justificados” de siempre.

· Naturalmente, no faltará quien considere que este sería un asunto de políticos y militares.

· Nadie se sentiría convocado; como si la defensa de nuestra propia esencia necesitase de convocatoria.

· Aún en este ejercicio de imaginación, resulta difícil descifrar cuál será la gota.

· Por ahora, tenemos petróleo pero derriban nuestra industria petrolera, tenemos cuerpos armados pero carecemos de protección ciudadana, tenemos dinero pero no progreso ni desarrollo ni porvenir.

· Todo lo demás… ya no lo tenemos: ¡¡¡lo hemos perdido!!!

· Pero, ¿será que necesitamos que ocurra algo que nos duela?

· O será que a los ciudadanos nos corresponde poner a cada cual en su justo lugar.

LIndriago pabloseptimo@hotmail.com

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